Los Primeros… Por Gabriel Grätzer


LOS PRIMEROS COROS GOSPEL DE ARGENTINA

Por Gabriel Grätzer

¿Cuándo y cómo llegó el Gospel a la Argentina? ¿Quiénes fueron los verdaderos pioneros? ¿Cuál fue el primer coro Gospel en el país en los años ’70? ¿Cómo era el Gospel en nuestras tierras antes de la escena que conocemos hoy día?

Aquello que desde hace años llamamos Gospel, no siempre fue así en Argentina. Desde los años ’20, existió en el país un interés superlativo por esta música pero, bajo otro formato y denominación: Negro Spiritual. Llegó, no a través de su forma folclórica y grabaciones originales sino con los arreglos corales aggiornados al gusto de los blancos, al fino oído del academicismo que modificó la esencia de esta música para poder acercarla a una forma de concierto académico dotándola de elementos completamente ajenos a sus ingredientes originales.

Así fue como los grupos vocales y coros líricos, para regocijo de propios y extraños, empezaron a incluir en sus presentaciones, obras modificadas añadiendo si, una inusitada belleza, un espíritu de profundo dramatismo y desde ya, dotándolas de un hondo sentido de tristeza. “Transmitimos el sentimiento de los esclavos afroamericanos”, decían los directores acerca de sus interpretaciones…

Por supuesto, corrían los años ’20 y no había información disponible como hoy día. De modo que esa realidad interpretativa disfrazaba de “elevación musical” lo que en realidad era una apropiación cultural. Eso es lo que llegó a la Buenos Aires en aquellos comienzos del Siglo XX y encandiló al siempre curioso y cosmopolita público porteño que pronto hizo propio su gusto por este estilo.

Tal fue el auge que por ejemplo, la estrella lirica del momento, Marian Anderson llegó a la Argentina en los ’30 con una serie de conciertos para piano y voz dedicados al Spiritual y fue una revolución. Las películas de Paul Robeson, ese hijo de esclavos fugitivos que se había convertido en predicador protestante y que logró cursar en la Universidad hasta llegar a la pantalla grande cantando Negro Spirituals, era éxito de taquilla en nuestro país sobre todo con su film Show Boat.

El Negro Spiritual comenzó a ser reconocido como un género coral con su propio valor estético y musical más allá de sus orígenes religiosos. La actividad coral argentina se hizo eco de esa maravillosa música y comenzó a incluir un sinfín de piezas en su repertorio incluso con arreglos propios: Swing Low Sweet Chariot, Go Down Moises, Deep River, Nobody Knows The Trouble I’ve Seen, Sometimes I Feel Like a Motherless Child, rápidamente se transformaron en favoritos de directores, coreutas y público incluso, en algunos casos expandiendo alguna pieza de ese repertorio a las clases de música en los coros de las escuelas.

Mientras tanto, Ulyses Petit de Murat y Victoria Ocampo escribían artículos sobre las bondades de este género en los principales periódicos argentinos. Borges le dedicaba cuentos:

“A un sedimento de esperanzas bestiales y miedos africanos habían agregado las palabras de la Escritura: su fe por consiguiente era la de Cristo. Cantaban hondos y en montón: Go down Moses. El Mississippi les servía de magnífica imagen del sórdido Jordán”.

(El atroz redentor Lazarus Morell, 1935)

También aparecían las primeras intérpretes locales como Blackie (Paloma Efrón) y los grupos vocales como los Blackbirds que le ponían sonido e impronta criolla al género. Hasta el Cuarteto vocal Gómez Carrillo, íconos del folclore santiagueño, se animaba con grabaciones de Spirituals en los ’40 y ’50.

Pero salvo para coleccionistas como Guillermo Hoeffner, un eximio investigador como Néstor Ortíz Oderigo a través de sus libros, o un consagrado director como Guillermo Grätzer entre otros, el término Gospel aquí no se utilizaba ni para denominar al estilo de música religiosa afroamericano ni mucho menos como nombre que identificara estilísticamente a algún coro.

Desde los años ’60, Opus Cuatro fue un grupo vocal importante en la difusión del Negro Spiritual en Argentina, acercando este género a audiencias masivas que quizás no lo habrían conocido de otra manera y su trabajo discográfico sentó un precedente y contribuyó a que el Spiritual fuera valorado y estudiado en el contexto de la música vocal algo más cercano a los conceptos folclóricos originales. No obstante, los muchos coros y grupos vocales que abordaban esta música continuaban empleando ese término estilístico que, de forma casi despectiva, desde 1867, se comenzó a utilizar en Estados Unidos para definir los cantos religiosos y de fe de los afroamericanos

Fue recién en 1978 cuando el verdadero y auténtico PRIMER CORO GOSPEL de Argentina vio la luz: los Aleluya Folk Gospel Singers dirigidos por el gran músico de Jazz Kacho Rodriguez Jurado y una veintena de cantantes.

El grupo debutó ese año en la iglesia Metodista Central de la avenida Rivadavia y se mantuvo activo hasta 1983. Su impacto fue significativo pues dio lugar a otros proyectos relevantes como el tributo a Mahalia Jackson que llevó adelante una de sus integrantes o la creación de los Folk & Blues que también continuaron con el legado del Gospel y un primer LP, pionero para el género en el país. Los Aleluya no dejaron registros grabados comerciales pero por primera vez en el país, se rompía la barrera de lo académico para darle a un grupo vocal-instrumental, no solo el verdadero carácter estilístico sino, la denominación de Gospel, aquella que, desde los años ’20, con la aparición del Gospel Pearls tras la convención de Azusa Street en Los Ángeles, dio vida al término que definió un cambio de paradigma en el repertorio de las iglesias protestantes afroamericanas y que Thomas Dorsey terminó por asentar a partir de 1938.

Los años 80 vieron florecer otro conjunto, aún sin túnicas pero con igual entusiasmo y conocimiento estilístico alrededor del Gospel: Los Noval con presentaciones en teatros, apariciones en programas de T.V. como el del popular Juan Alberto Badia o el de Gerardo Sofovich. Claramente, no había redes como ahora para amplificar de forma grandilocuente en minutos, lo que sucedía, pero estos grupos fueron verdaderos pioneros como tantos otros, quizás hoy olvidados en ese período.

Mientras tanto, en un pequeño departamento de la calle Lavalle, en el barrio de Almagro, una de las referentes del Jazz y el Blues Argentino de entonces, Cristina Aguayo, había formado un coro Gospel que ensayaba los sábados por la mañana. Sonido negro, un espíritu idéntico al de los coros actuales. Lo integraban doce mujeres, entre ellas, las cuatro futuras Blacanblus y un único hombre en aquel grupo…quien les escribe (Gabriel Grätzer). Era el último año de los ’80. Los shows se multiplicaban en eventos y teatros. No duro mucho pero fue un semillero que explotó a la par de una película que, a comienzos de los ’90, con el Gospel como eje, lo cambió todo en términos musicales y estéticos: Cambio de Hábito.

Los ’90, comenzaron con dos grandes pilares que cimentaron la escena tal como la conocemos hoy día: Marcelo Ponce y Viviana Dallas dieron vida a los Afroamerican Gospel Singers. Aparecen las túnicas, los movimientos más coreografiados, los sonidos del Gospel Urbano de los años ’50. Otro semillero por donde pasaron infinidad de cantantes que luego nutrieron la futura escena local. Ambos, dos sólidos formadores de cantantes de Gospel. El otro hito, fue la creación por parte de quien les escribe de los talleres de Gospel & Negro Spiritual en el centro Cultural San Martín por donde pasaron casi 2000 cantantes en los siguientes siete años, de manera ininterrumpida.

The Gospel & Blues Singers, un cuarteto vocal mixto; The B.A. Gospel Tellers que recreaba el repertorio de los llamados grupos familiares; Los B.A. Kingdom Gospel Singers con su impronta de Gospel Urbano; Blues & Cia con esa mixtura entre lo folclórico y lo académico eran algunos de los tantos grupos regulares de la incipiente escena Gospel local.

Enseguida creé y dirigí a los Gospel Singers, una formación más pequeña (veinte cantantes). Con ellos llegó uno de los máximos momentos del Gospel Argentino: cantar en el Teatro Colón a sala llena como parte del espectáculo sobre la historia del Blues que me tocó organizar en 2001. Le siguieron un teatro Maipo, también a sala llena en un ciclo de Jazz & Spirituals compartido con la Antigua Jazz Band y Sandra Mihanovich y una puesta con las clásicas túnicas crema y estolas granate. Porque con los años, cada coro tendría sus colores distintivos que los identificaría.

En 1998, la escena había crecido. Coros en el interior, grupos vocales, cuartetos, solistas. Era tiempo de ofrecer todo ello dentro de un gran evento. Así se dieron los primeros dos FESTIVALES DE GOSPEL en Argentina, muchos años antes que los actuales.

Ambas ediciones fueron en el Teatro-Auditorio de la Biblioteca Juan B. Justo en Caballito, a sala llena y con una sólida cobertura mediática de los principales diarios y la TV Abierta. Sumado a ello, la llegada de Gregory Hopkins a la Argentina que promueve lo impensado: ser acompañado en su gira por una banda local que integramos profesores de la Escuela de Blues.

En 2002, aparece en escena uno de los grupos más emblemáticos de esta primera etapa del Gospel: el Córdoba Gospel Choir fundado por Franco Gandullo y Gerardo Flores. Su historia comienza en la provincia de Córdoba y aunque obviamente no es el primer coro de este estilo en el país, ha sido clave en la expansión del género en Argentina, sentando las bases para la creación de otros proyectos.

Quizás el más relevante de ellos fue el Coro Gospel Argentina (o Argentina Gospel Choir en sus inicios) cuya génesis estaba en un workshop maravilloso desarrollado en conjunto con la Escuela de Blues y que contaba con un grupo interdisciplinario de directores, historiadores, coreógrafos. Tal fue el éxito, que tras un primer año con casi 30 cantantes al siguiente, los 100 postulantes promovieron mudarse a un nuevo lugar: Catedral Anglicana primero y a la Iglesia San Andrés, después. Novedosas sedes para el Gospel por entonces pero hoy ambas utilizadas por casi todos los coros actuales para sus ensayos, workshops, festivales o conciertos.

Como se puede apreciar, el camino del Spiritual al Gospel, del formato académico al más popular, de los trajes a las túnicas, fue largo y demandó casi medio siglo.

Por supuesto que tanto en aquellos primeros tiempos como en los últimos veinte años, hubo muchos más actores y otros tantos hitos relevantes. Pero en este breve artículo, quedan plasmadas, de forma directa las respuestas a aquellas preguntas iniciales con la intención de poner luz a la parte fundacional de la historia que casi siempre se mantuvo en la oscuridad. A veces por desconocimiento, otras injusta o deliberadamente tapada por latiguillos mediáticos en pos de posicionar tal o cual proyecto ante la prensa. Una historia que no puede ni debe olvidarse, que se escribió paso a paso sin redes que la magnifiquen. Un camino que fue recorrido pura y enteramente en y con el Gospel, sin estridencias y con un profundo sentido de investigación hacía formas más tradicionales.

La historia que construyó aquellos cimientos del Gospel moderno en Argentina: la de los auténticos “PRIMEROS COROS GOSPEL DE LA ARGENTINA”.